Cuando el piloto anunció que habíamos comenzado nuestro descenso, levanté el visor de la ventana para poder ver a Georgia. Los árboles verdes marcaban el contraste con el paisaje desértico de Phoenix al que estaba acostumbrado, y la pantalla de seguimiento de vuelo en la parte posterior del asiento claramente lo indicaba: estaba a 2.000 millas de mi casa. 

Podía sentir como crecían mis nervios, pero la determinación le ganó a los nervios cuando escuché las palabras desde un video transmitido antes de aterrizar: “Las buenas cosas le suceden a las persona que van por ellas”. Había llegado a Atlanta, donde pasaría las próximas 11 semanas con una pasantía en el Departamento de Comunicaciones Corporativas de Delta Air Lines.

Y solo tres semanas después, ya estaba listo para contribuir a las comunicaciones del mayor proyecto: el lanzamiento global de los uniformes de los empleados de Delta. En Delta, ser un pasante no significa ser un simple observador; en Delta eres otro valioso miembro de un equipo. 

Desde ese momento visité todas las operaciones de Delta, hablé con los trabajadores de mantenimiento de Operaciones Técnicas durante el turno noche, volé de Atlanta a Nueva York dos veces en un día para conseguir personal para un evento de medios, hablé con los inspiradores empleados de Delta e hice muchas cosas más que jamás hubiera imaginado hace 11 semanas.

Si bien he aprendido muchísimo de todas estas experiencias, de quienes más aprendí es de todas las personas que forman parte de Delta. Cada empleado que conocí reforzó el mantra de Delta de que la compañía no es solo un lugar de trabajo, sino una familia. En los primeros días, mis colegas me invitaron a almorzar y compartieron conmigo el consejo de que siempre debía levantar mi mano y asumir nuevos proyectos, aún si no formaban parte de mi rol asignado. Me aseguré de seguir ese consejo todos los días y vi como otros integrantes de mi equipo hacían lo mismo rutinariamente.

No importa cuántos malabares tuvieras que hacer, siempre había alguien dispuesto a ayudar a un colega. Siempre había personas dispuestas a levantar sus manos para garantizar que todo salga bien durante un evento, o que un comunicado de prensa salga en tiempo y forma para contar la historia de Delta. Todas las noches, el equipo compartía responsabilidades en relación a cualquier cosa que requiriera horas extras y atención inmediata. En un entorno como este, era imposible no sentirse inspirado para dar lo mejor.

Más impresionante aún, vi como mis colegas se trataban con afecto y respeto. Durante todo el verano firmé tarjetas de cumpleaños, consideración y felicitaciones que dejaban en mi escritorio, todas llenas de mensajes afectuosos para entregar a distintos miembros del equipo.

Hablando con dos pasantes más para destacar el Día Nacional del Pasante, no tuve dudas de que esa era la actitud en toda la compañía. Cada pasante viene de lugares distintos, tiene ambiciones distintas y tiene su propia historia, pero estas diferencias no importan: todos formamos parte de la familia de Delta.

Delta contrata a aproximadamente 400 nuevos pasantes y cooperativas todos los años y este verano hay más de 200 estudiantes en la sede central del mundo de la aerolínea en Atlanta. La mayor cantidad de alumnos fue asignada a Operaciones Técnicas, Finanzas e Informática (IT), pero hay pasantes en casi todas las divisiones de Delta.

Cuando el verano termine, regresaré a la Universidad de Arizona State para seguir un programa de posgrado de dos años, llevando conmigo numerosas enseñanzas para mi carrera y el futuro. Y si bien como muchos de nosotros tengo la intención de regresar a la familia de Delta, no tengo dudas que hagamos lo que hagamos, ya emprendimos un camino de crecimiento.